La palabra “morosidad” se refiere a la práctica por la cual una persona física, jurídica o un deudor no paga al vencimiento de su obligación. Así, este deudor es conocido como “moroso”.
La morosidad se calcula mediante una tasa o ratio, llamado “tasa de morosidad”. Esta tasa sirve, entre otras cosas, para ayudar a comprender la salud de una empresa, entidad o particular.
La “tasa de morosidad” se entiende como el cociente resultante entre riesgos dudosos (créditos impagados) y riesgos totales (total de créditos concedidos).
Tipos de riesgos de las tasas de morosidad
Hay diferentes tipos de métodos que se utilizan para analizar la “tasa de morosidad” y todo dependerá de los riesgos:
- Riesgo normal: Corresponde a las operaciones financieras en las que se puede verificar, mediante pruebas, que la posibilidad de devolver el préstamo en el plazo especificado es alta o muy alta.
- Riesgo dudoso: Este tipo de riesgo se vincula a las operaciones financieras cuyo pago se retrasa en un periodo superior al de 90 días.
- Riesgo fallido: Se entiende que en el funcionamiento de esta operación financiera el retorno de la inversión será incierto. Por lo tanto, se procede a efectuar la baja del activo.
- Riesgo subestándar: Encontramos este riesgo en una operación financiera que no puede considerarse incierta. Sin embargo, sí muestra suficiente debilidad que podría representar una amenaza para la recuperación de la inversión. En este caso, la pérdida soportada por el banco o entidad financiera debe ser mayor que la protección obtenida en este caso.