Una cláusula suelo hace referencia al límite mínimo en el tipo de interés a pagar en las cuotas de una hipoteca inmobiliaria. Es lo opuesto a la cláusula techo.
Cuando el tipo de interés del índice de referencia se utiliza para el cálculo de las hipotecas (Euribor o Libor por ejemplo) baja del punto establecido como suelo. El tipo de interés que cobrará la entidad es el suelo. Por ejemplo, si el suelo establecido es el 1% y el interés baja hasta el 0,5%, la entidad seguirá cobrando un 1%.
Este tipo de practicas es considerada abusiva en ciertos países. El límite de la cláusula suelo lo establecen algunas entidades de crédito como mecanismo de protección ante las posibles bajadas en los tipos de interés. En España se considera ilegal si la entidad financiera no le explica al cliente esta cláusula con total trasparencia.
Esta cláusula afecta a las hipotecas contratadas con intereses variables. Las que se han contratado con intereses fijos, estos se mantienen constantes en el tiempo a lo largo de la vida del préstamo.
¿Por qué se establece una cláusula suelo en una hipoteca?
Si el tipo de interés de referencia de la hipoteca disminuye con el tiempo y además el diferencial acordado es bajo, el pago de intereses podría acercarse a 0 o incluso caer a terreno negativo, siendo la propia entidad bancaria la que paga al cliente por prestarle el dinero. Esto es algo que las entidades bancarias no se pueden permitir, con lo cual, nace esta cláusula.
Para no llegar a esta hipotética situación, las entidades realizan esta cláusula como mecanismo de salvaguardia de los intereses de las entidades de crédito.
Al fijarlas en el contrato hipotecario las entidades de crédito se protegen de las posibles caídas de la parte variable del préstamo concedido al cliente. Una cláusula suelo pretende evitar que las personas que tienen una hipoteca paguen un interés demasiado reducido, que no lleguen a pagar interés por la misma, o que en una situación casi irreal sean ellos quienes reciban dinero por haber contratado la hipoteca.